Sexo contado por muñecos
Hace años que este grupo de actores hace este tipo de espectáculos. Una
manera peculiar de contar una historia. Sirve como una buena excusa para
radicar nuestra infancia y fusionarlo con nuestra vida sexual.
¿Quién no se imaginó alguna vez a Batman y Robin en la cama? Por fin el
grupo 69 a la cabeza se animó a escribir esa historia y
muchas otras, y te la cuentan a través de unos títeres muy particulares.
Cuando éramos chicos nuestros padres nos llevaban a ver títeres y allí
nos perdíamos en historias de fantasía contadas a través de muñequitos,
manejados por gente que les ponía voces y les daba movimientos casi reales.
Pero el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos y nos alejamos de aquel arte de
trapitos parlantes.
Hace doce años un grupo de actores llamado 12 polvos, se animo a re-inventar ese género y jugar al
porno con muñecos de látex. ¿Loco, no? Resultado: el invento fue un éxito y
estuvieron juntos recorriendo los teatros un par de años. En 69 a la cabeza
hay tres integrantes de aquella primera experiencia, Carolina Tejeda, Mayra
Carlos y Cecilia Villamil. En el 2004 el dueño de Te mataré Ramírez, el
conocido restaurante afrodisíaco, convocó a las chicas para realizar performances
eróticas, y luego de un tiempo decidieron incorporar un hombre, Sebastián
Terragni. Entre los cuatro llegaron a la
conclusión que debían retomar la idea de títeres porno y allí se incluyó Ariel
“Popi” Bottor, que era el único que, además de actuar, manejaba la técnica de
títeres. Así nació hace siete años 69 a la cabeza para demostrar que ese
género tenía mucho más para contar.
Los actores no buscan imitar las “historias sin argumento” de las
películas porno, sino al contrario: reírse de eso contando las fantasías mas
comunes de cualquier persona. Además de los súper héroes y su verdadera
sexualidad, relatan la historia de un terrateniente y su empleada, tríos entre
una señora de bien, su marido y un plomero, y otras tantas que protagonizan los
catorce títeres que construyó un experto de la goma espuma para cada relato.
Cada muñeco tiene su papel en una historia. No puede repetirse porque la
manipulación desgasta mucho el material, así que hay que cuidarlos mucho. Los
títeres miden 60 centímetros aproximadamente, la anatomía es perfecta y el
armado de cada uno cuesta mil pesos.
Los sketch son divertidos y casi toda la hora que dura el
espectáculo, el público se esta riendo, pero también se genera un clima hot y
los protagonistas lo sienten. “Hay momentos donde se hace un silencio absoluto
en la sala y la gente después nos confiesa que se calentó”, cuentan los
titiriteros.
Los chicos se autogestionan y autofinancian, no tienen un equipo de
prensa pero el periodismo siempre los ha acompañado, y el “boca en boca” del
público hace que no necesiten de publicidad. Además de actuar tres años
consecutivos en Te Mataré Ramírez, estuvieron en el Teatro Celcit y
hasta de gira por Chile, donde los llevo un productor de ese país que se
enamoró del espectáculo y creyó necesario mostrar algo así allá. “La gira fue
un éxito y nos sorprendió la buena respuesta del público”, dice Ariel.
Los titiriteros son principalmente actores, lo que hace que su
participación en escena no pase desapercibida. Están vestidos de negro pero
además de ponerle el cuerpo y las voces a los muñecos, actúan las situaciones
para obligar al espectador a sostener un ping pong visual entre títeres y
personas.
En su próximo espectáculo, que aún esta en el horno, los chicos van a
contar una historia donde los seres de goma espuma y humanos
estarán más integrados. “No va a ser tan porno, la idea ahora es darle mas
importancia a la sexualidad”, explica Sebastián. Muñecos, actores sin tabúes
que hablen de sexo sin necesidad de caer en lo grotesco y una historia que
encierre todo eso. Conclusión: un show imperdible.
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