martes, 7 de agosto de 2012

Canciones bajo el asfalto


El Loco del Subte, un emblema del voyerismo urbano

Un personaje que canta y baila de una forma muy particular en medio de la calle y de los vagones subterráneos. Es insoportable pero hace reír a muchos usuarios con su show. Sin duda, homenajea a muchos artistas contemporáneos. 

En las tierras subterráneas de Buenos Aires, anda un loco suelto. El subte es una selva urbana, donde se puede encontrar absolutamente de todo: mendigos, ciegos, pungas, Mesías de Dios, entre otros. Pero hay una persona en especial que llama muchísimo la atención colectiva: lo conocen como el “Loco del walkman” o el “Loquito del subte”, pero en realidad su nombre de pila es Camilo. ¿Quién es? ¿Qué hace que resalta entre todos los usuarios?
Vamos a contextualizar cómo es una aparición de este peculiar usuario: a la mañana, mientras las personas despegan sus parpados recién despiertos, entra al vagón este hombre que aparenta tener cuarenta y pico de años. Siempre con sus auriculares puestos, baila y canta a capela temas de pop a todo volumen y con una voz muy chillona, a veces no se entiende lo que dice. Su micrófono y/o harmónica es un subtepass o la palma de su mano. Se baja en cualquier estación y sigue cantando. A la tarde, el mismo tipo con la misma ropa repite lo mismo que hizo horas antes. Lo que pasa es que nunca dejó de hacerlo, y lo curioso es que no pide monedas ni habla con los pasajeros, sólo entra al vagón, hace su show y baja sin mirar atrás. Lo hace por amor al arte.
Por lo general se lo ve en las líneas D y B del subte porteño. Pero no solamente ronda por los pasillos subterráneos, ya que también anda por el microcentro, el tren Mitre, Once y Caballito. Camina con un pulóver rojo y un pantalón beige hasta el ombligo. Si calor, usa una musculosa color salmón bien apretada y gastada. Esto denota que no es un tipo de la calle que vive en condiciones precarias. Se puede suponer que no vive solo y es mantenido por sus padres.
Jerónimo es un tipo de 30 años que trabaja en el centro y desde hace años que viaja en subte. El cuenta que hace como doce años que lo veía con su walkman o con los auriculares colgando (sin estar conectados a nada) y haciendo las canciones de moda del momento. “Lo recuerdo cantando Suave de Luismi (por Luis Miguel, claro)”, recuerda. 
Hoy en día, el Loco interpreta temas de Madonna, Eros Ramazzotti, Ricky Martin y otros artistas. A veces tira algunos pasos de baile y hace gestos insinuantes a los hombres que pasan por al lado. “Un día en la B me miró, y me hizo un gesto felino con la mano y me dijo: ‘Miau’. Se palmeaba la cola y me miraba. Es tremendo gay”, dijo entre risas Mariano, un usuario frecuente del subte. En otra oportunidad, también lo vio cantándole a un tipo: “Papi, te estoy esperando para que me hagas tu mujer”.
Como tiene su parte cariñosa, también oculta una imagen violenta. Diego, otro pasajero, comentó que un día estaba en la línea D y que no pudo aguantar la risa al observarlo. El Loquito del Subte lo vio y “se puso de la cabeza, a los gritos con su voz tan peculiar, sin que se le entendiera nada”.  El joven de 25 años contó que se puso pálido ante tal reacción y se tuvo que bajar del tren. “¡Es horrible que se venga al humo con cara de enojado y gritando desaforado!”, exclamó.

En las redes sociales es un hito urbano. En YouTube, hay muchos vídeos que lo grabaron dando vueltas. Hasta hay un dibujo animado de El Loco del Subte. En Facebook, armaron dos grupos. Algunos le rindan homenaje, otros lo insultan. Mal o bien es una persona que se dedica a eso: andar por la vida cantando (a su manera) canciones de forma graciosa y bizarra. 

El equipo de Agujero Negro intentó hablar con él:
-Nos gusta lo que hacés. Está bueno.
-Dan me alegría.- ignora y mira hacia la puerta del vagón.
-¿Tenés hora?-.
-Ay Isidrou arma.- observa, sigue ignorando y canta en su lenguaje.
Fin de la conversación.

El Loco del Subte hace años que está haciendo lo mismo, pero nadie sabe por qué. Ninguno sabe su objetivo. Simplemente canta y baila para festejar la música pop. Un protagonista del voyerismo urbano, un ícono del metro porteño. Si alguna vez te lo cruzás, acordate de aguantárte la risa, si podés, claro.

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